lunes, 12 de abril de 2010

EL MODELO EDUCATIVO DE LA UPeU FRENTE A LOS RETOS DEL SIGLO XXI



Por Leonor Bustinza Cabala (1)

En educación existe un nuevo paradigma basado en la centralidad del alumno y sustentado en competencias que se ha impuesto en toda la educación básica. Sin embargo, en la universidad, salvo notables excepciones, se mantiene aún el antiguo currículo sustentado en objetivos, que se fundamenta en la enseñanza, la acumulación de conocimientos y un sistema de evaluación sumativa que privilegia la memorización.

Tradicionalmente la universidad ha constituido el núcleo de las grandes transformaciones ideológicas, culturales y científicas. Paradójicamente en el caso de nuestra patria parece existir una indiferencia frente a una reforma académica que corresponda a las demandas y características de una sociedad globalizada, cuyo capital fundamental es el conocimiento.

Conscientes de este nuevo contexto, se hizo necesaria la transformación académica de nuestra universidad, a través de un cambio del currículo, de los contenidos, sus estrategias y su relación con el saber, en base a las siguientes consideraciones:

• Los modelos educativos tradicionales ofrecen el conocimiento de manera fragmentada, sin una comprensión unificadora que le den sentido de funcionalidad a lo que el alumno aprende

• La masificación de la oferta universitaria no garantiza la adecuada calidad de los estudios y, así como sucedió con las escuelas normales, puede acarrear una caída del nivel académico, más aún si se opera con un modelo curricular que ya resulta anacrónico en el presente.

• El predominante sistema pedagógico universitario actual descuida el educar para la comprensión, la creatividad, la autogestión y la calidad. Asimismo, no se preocupa en distinguir y desarrollar las diversas capacidades de los estudiantes.

Algo muy serio es el descuido del aspecto sociocultural privilegiándose la formación científico-tecnológica. Los currículos han sufrido recortes drásticos en el área de la cultura y las humanidades, las habilidades comunicativas y las herramientas de gestión humana. De este modo, las universidades podemos convertirnos en instituciones formadoras de técnicos calificados “incapaces de hacer frente a las demandas de las sociedades en las que viven a partir de una necesaria formación ética y ecológica”, como dice Hugo Assman.

El aspecto ético debe ser integrado necesariamente no como una asignatura (Ética Profesional) sino como un contenido transversal en el currículo. Esta gran necesidad de hombres éticos lo reclamó ya a principios del siglo XX la escritora Elena de White (3) cuando dijo que “la mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos”.

El desarrollo de la sensibilidad humana y la formación de una conciencia ecológica surgen de la necesidad del grave problema que han causado las sociedades más enriquecidas como consecuencia de haber rebasado los límites de su crecimiento y que son vitalmente insostenibles.

Modelo educativo de la Universidad Peruana Unión

Nuestra universidad está orientada por una filosofía cristiana a partir de una cosmovisión bíblica, que nos obliga a priorizar el desarrollo armónico de la persona en sus dimensiones intelectual, física y espiritual. Consideramos que la educación no es sólo asistir a clases y aprender las asignaturas, porque ella significa una preparación para el presente y para la eternidad, en un proceso que abarca todo el ser y todo el periodo de la vida. Educar es propiciar un desarrollo armonioso de las capacidades intelectual, emocional, física, espiritual, social, cultural, científica, ecológica y tecnológica de los estudiantes.

Nuestra visión antropológica nos presenta al hombre como un ser creado a la imagen de Dios, dotado de capacidades superiores a toda especie viva: la individualidad, la facultad de pensar, amar y hacer. Las personas en quienes se desarrollan adecuadamente estas facultades son quienes llevan las responsabilidades, las que conducen empresas y proyectos, las que influyen sobre el carácter de los demás promoviendo el progreso de sus sociedades.

En nuestro currículo esto ha implicado conceptualmente definir con claridad nuestra misión de formar hombres plenos, en quienes se restauren las facultades que se han ido perdiendo a raíz de la catástrofe originada por la presencia de la maldad en el mundo. Educarlos para que sean pensadores y no sólo repetidores de los pensamientos de otros, dirigiendo sus miradas a las fuentes de la verdad, a los amplios campos abiertos a la investigación en la naturaleza, con una profunda vocación de servicio a sus semejantes, respetuosos de las leyes, laboriosos, emprendedores y creativos.

El modelo educativo que propugnamos va más allá del cultivo de la mente, proporciona una formación moral sólida, incentiva la cultura física, la conservación de la salud, la actividad manual para que el conocimiento sea aplicado en la solución de problemas, el fortalecimiento del carácter, de modo que no se menoscaben la verdad y la justicia como valores esenciales de la vida profesional.

Los retos del siglo XXI precisamente plantean la necesidad de formar profesionales con estas características, que no sólo sean eficientes en su campo de especialidad, sino que tengan vocación de servicio, capaces de producir conocimiento, emprendedores, creativos y profundamente éticos. Nuestros objetivos en el nuevo currículo apuntan a atender estas demandas.



(1) Vicerrectora de la Filial Juliaca de la Universidad Peruana Unión

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